¿Y si los primeros animales no hubieran evolucionado en el mar, sino en un lago? Ésta es la hipótesis que ha sido postulada por investigadores de la Universidad de California en Riverside (EEUU) tras analizar los componentes químicos de los sedimentos en los que yacen los restos de los primeros animales.
Según el registro fósil, las primeras formas de vida compleja surgieron hace unos 600 millones de años, después de miles de millones de vida unicelular. A partir de ahí, se cree que hubo un florecimiento sin parangón de diversidad y disparidad de formas animales que se ha dado en llamar "la explosión del Cámbrico", pues ocurrió en torno a ese periodo geológico.
Pero la teoría más aceptada establece que tanto la vida original como su diversificación posterior hacia las primeras formas animales tuvo lugar en el mar. Ahora, esta nueva hipótesis, publicada en el último número del 'Proceedings of Natinal Academy of Science' ('PNAS'), lanza un desafío científico sugiriendo que dicha evolución no ocurrió en el mar, sino en los lagos.
De momento, lo que Thomas F. Bristow y colegas han podido comprobar mediante análisis químicos y sedimentológicos es que al menos las especies enterradas en la formación china de Doushantuo, que representan a los animales más antiguos hasta ahora conocidos, vivieron en medios lacustres en lugar de marinos.
La Formación de Doushantuo, en el sur de China, es una auténtica caja de sorpresas. Se trata del mayor 'cementerio' fósil de las primeras formas de vida compleja; lo que en paleontología se denomina un 'Konservat Lagerstätte', es decir, un yacimiento de "alta categoría", tanto por la diversidad de especies que concentra como por su buen estado de conservación.
En estas formaciones del Yangtzé se encuentran los animales más antiguos del mundo y, lo que es más espectacular aún, en forma de embriones. Pertenecen a la llamada "fauna" de Ediacara, considerada la forma animal más antigua (si bien algunos estudios sugieren que no se trata de fauna ni de flora, sino de un reino nuevo) y también a especies de los inicios del Cámbrico, en torno a la "explosión" de la vida animal. Allí, los investigadores tomaron muestras de los sedimentos que envolvían a los fósiles y encontraron un componente mineral incompatible en el medio marino.
"Nuestro primer hallazgo inesperado fue la abundancia de un mineral arcilloso llamado smectita", explica Bristow. "En rocas de esta edad, la smectita se transforma normalmente en otros tipos de arcilla. Sin embargo, la smectita en estas rocas no se transformó y tiene una composición química especial que ha requerido unas condiciones específicas en el agua; condiciones que se dan en lagos alcalinos y salinos", añade.
¿Se originó la vida misma en un lago?
"Todos nuestros análisis muestran que los minerales y la geoquímica de las rocas no son compatibles con su deposición en agua salada", continúa el principal autor del estudio. "Es más: hallamos smectita sólo en algunas zonas del sur de China, y no de forma uniforme como se podría esperar de depósitos marinos. Ése fue un indicador importante de que las rocas que albergan los fósiles no tienen un origen marino. Otras evidencias también indicaron que estos primeros animales vivieron en un lago".
Los investigadores no descartan, sin embargo, que otros organismos similares, o incluso más antiguos, vivieran en medios marinos, pero lo que muestra el presente hallazgo es que aquellos animales estaban adaptados a un medio distinto al oceánico; mucho más inestable y variable.
Tras estas evidencias, los investigadores llegan a preguntarse si la vida misma no se originó en un lago, contrariamente a lo establecido, y abren nuevas puertas en la teoría evolutiva: debido a que los lagos son entornos aislados, sin conexiones entre sí, los científicos especulan si no podría haber habido evoluciones paralelas entre los organismos, en lugar de un concepto más lineal que se suele tener de la evolución a lo largo del tiempo.
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