Un equipo de investigadores, dirigidos por la Universidad de Bristol, y trabajando conjuntamente con colegas del Laboratorio Daresbury dependiente del STFC, ha obtenido datos reveladores sobre cómo la Tierra se recicla a sí misma en el ciclo tectónico, a una profundidad mucho mayor que la alcanzable por los científicos mediante perforaciones.
La corteza oceánica de la Tierra es constantemente renovada en un ciclo que ha estado en marcha desde hace miles de millones de años. Esta corteza se renueva de manera continuada gracias al magma del manto terrestre que sale por las cordilleras mesooceánicas. El material de la corteza acaba siendo devuelto al manto, hundiéndose en las zonas de subducción que se extienden por debajo de los continentes.
Los datos sismológicos reunidos sugieren que la corteza oceánica puede hundirse a profundidades de casi 3.000 kilómetros bajo la superficie, donde puede permanecer miles de millones de años. Durante este tiempo, el material que la compone desarrolla su propio "sabor" en comparación con el típico del magma que lo rodea. Los detalles de cómo sucede han constituido un enigma que ha intrigado a los científicos desde hace mucho tiempo.
La corteza oceánica de la Tierra permanece bajo el mar durante millones de años, tiempo en el cual reacciona con el agua salada formando minerales carbonatados, como la caliza. Al ser subducida la corteza, los minerales carbonatados provocan un efecto que reduce la temperatura necesaria para alcanzar el punto de fusión del material de la corteza, en comparación con la temperatura de fusión del material del magma circundante. Se piensa que esta masa fundida resultante es cargada con elementos portadores del "sabor" de la corteza.
El equipo de investigadores ha probado ahora esta teoría observando diamantes del área de Juina, Brasil. Conforme el magma rico en carbonatos asciende a través del manto, los diamantes se cristalizan, atrapando cantidades minúsculas de minerales en este proceso. Los diamantes se forman a grandes profundidades y presiones, así que pueden aportar pistas de lo que pasa en el interior de la Tierra, hasta varios cientos de kilómetros de profundidad, mucho más que lo físicamente posible por perforación. Los diamantes de Juina son bien conocidos por estas inclusiones minerales.El equipo empleó un haz intenso de rayos X para observar las condiciones de formación del mineral perovskita, común en estos diamantes pero no presente de modo natural en la superficie terrestre ni a poca profundidad bajo ella. Lograron establecer las condiciones bajo las cuales la perovskita es estable, concluyendo que estas inclusiones minerales se formaron a unos 700 kilómetros de profundidad, en la zona de transición del manto.
El Reciclaje de la Corteza Terrestre a Gran Profundidad
domingo, 21 de septiembre de 2008
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